Daniel Amelang
No puedo decir que conozca mucho a Esther, aunque había coincidido con ella en alguna ocasión en su barrio, Manoteras, una zona de Hortaleza castigada por los altos índices de desempleo. Lo único que sabía de ella era que es un miembro muy activo de la Oficina de Apoyo Mutuo de Manoteras (OFIAM), una red de ayuda y solidaridad que trata de solucionar problemas laborales o de vivienda de sus vecinas.
Hace cuatro días, Esther contactó conmigo y acudió a mi despacho. Unos días antes (el 7 de enero, concretamente) el Juzgado de Instrucción nº 6 de Getafe la había condenado a cuatro meses de prisión por un hurto en grado de tentativa y debía ingresar en un centro penitenciario antes del día 22 de enero. Había intentado sustraer nueve prendas de vestir en una tienda de ropa por un valor total de 428,60 euros, pero la acción se había visto frustrada por el vigilante de seguridad. Tras estudiar su caso, concluimos que la vía judicial se había agotado: la condena se había producido en virtud de una conformidad con el Ministerio Fiscal, por lo que no cabía recurso de apelación contra la sentencia, y puesto que Esther contaba con antecedentes penales (por otros hurtos), no cabía suspenderle la pena de privación de libertad o sustituírsela por otra menos gravosa, como una multa. Las manos del Juzgador, en este caso, se encontraban atadas. Por ello, la única vía que nos quedaba abierta para evitar su ingreso en prisión era la del indulto. Sigue leyendo →